Alégrense en el Señor
Realidad y desafíos de las familias
En su exhortación apostólica Amoris Laetitia (“La alegría del amor”), el papa Francisco dedica un capítulo (#3) a la “Realidad y Desafíos de las Familias.” Resulta una verdadera hazaña describir en tan solo 23 páginas las realidades —tanto positivas como negativas— que enfrentan las familias hoy en día.
“Fieles a las enseñanzas de Cristo miramos la realidad de la familia hoy en toda su complejidad, en sus luces y sombras” (#32). El papa Francisco insiste en que afrontemos la realidad: no se trata del ideal de la familia, sino lo que verdaderamente es. Esto exige una buena dosis de humildad. También requiere que, por un lado, nos olvidemos de lo que se considera políticamente correcto, y por otro lado, del ideal “casi artificiosamente construido, lejano de la situación concreta y de las posibilidades efectivas de las familias reales.” (#36).
En la medida en que nosotros, los pastores y los maestros de la Iglesia, hemos presentado al matrimonio “como un peso a soportar toda la vida,” en lugar de lo que verdaderamente es: “un camino dinámico de desarrollo y realización,” somos culpables de lo que el Santo Padre denomina “idealización” (#36). La clave para ayudar a las familias a afrontar los desafíos es “formar las conciencias, pero no pretender sustituirlas,” argumenta el Papa (#37). Esto significa que no podemos evitar la verdad, según la comprendemos, pero tampoco podemos usarla como una forma de “ataque al mundo decadente, con poca capacidad proactiva para mostrar caminos de felicidad” (#38).
Estar abiertos a la gracia siempre debe de ir acompañado del planteamiento de las cuestiones doctrinales, bioéticas y morales. No debemos dar la impresión de que el matrimonio y la vida familiar son demasiado difíciles como para vivirlas fielmente hoy en día. La gracia y la misericordia de Dios siempre nos acompañan, especialmente cuando incumplimos las promesas que hacemos en el bautismo y los votos matrimoniales. El mensaje de la Iglesia en cuanto al matrimonio y la familia debe ser “un claro reflejo de la predicación y de las actitudes de Jesús que, al mismo tiempo que proponía un ideal exigente, nunca perdía la cercanía compasiva con los frágiles, como la samaritana o la mujer adúltera.” (#38).
¿Cuáles son algunos de los principales desafíos que enfrentan las familias hoy en día? Por cuestiones de espacio en esta columna, me limitaré a nombrar solo algunos.
Los cambios culturales han traído como consecuencia que exista menos estabilidad y apoyo para las familias por parte de parientes y amigos. También se ha producido un “descenso demográfico, debido a una mentalidad antinatalista” lo que ha conllevado al “empobrecimiento económico y a una pérdida de esperanza en el futuro.” (#42).
El “debilitamiento de la fe y de la práctica religiosa” también ha surtido un impacto negativo en la vida familiar hoy en día. Lo mismo ocurre con la pobreza, la falta de viviendas a precios accesibles, el aumento de la cantidad de niños nacidos fuera del matrimonio, el abuso sexual de menores (especialmente “cuando ocurre en los lugares donde deben ser protegidos”), los movimientos migratorios, las persecuciones y las injusticias, la drogadicción y otras formas de adicción (alcoholismo, adicción al juego y al sexo) y la “ruptura en familias destrozadas, hijos desarraigados, ancianos abandonados, niños huérfanos de padres vivos, adolescentes y jóvenes desorientados y sin reglas” (#51). La lista se extiende.
“Nadie puede pensar que debilitar a la familia como sociedad natural fundada en el matrimonio es algo que favorece a la sociedad,” advierte el papa Francisco. “Ocurre lo contrario,” afirma. “Sólo la unión exclusiva e indisoluble entre un varón y una mujer cumple una función social plena, por ser un compromiso estable y por hacer posible la fecundidad.” (#52). Esta es la contundente verdad que no podemos diluir. Pero también se trata de un ideal que muchos hoy en día, al igual que en la época de Jesús y a lo largo de toda la historia, no reconocen en toda su dimensión, si es que lo reconocen.
El Santo Padre concluye su capítulo sobre “Realidad y Desafíos de las Familias” agradeciendo a Dios por las numerosas familias “que están lejos de considerarse perfectas” pero que “viven en el amor, realizan su vocación y siguen adelante, aunque caigan muchas veces a lo largo del camino.” (#57).
Yo crecí en una familia así. A lo largo de mi ministerio sacerdotal y de mi servicio como obispo he conocido miles de estas “familias santas.” No son perfectas, pero son amorosas y están dispuestas a perdonar (casi siempre), como Cristo nos enseñó.
Demos gracias a Dios por nuestras familias, aquí en el centro y el sur de indiana y en todo el mundo. Que nuestro Señor las bendiga con su gracia y su misericordia, ahora y siempre. †
Traducido por: Daniela Guanipa