Alégrense en el Señor
El matrimonio y la vida familiar encierran una espiritualidad profunda y característica
Esta es mi última reflexión de la serie del verano sobre la exhortación apostólica del papa Francisco, “Amoris Laetitia” (“La alegría del amor”). Ha sido un privilegio para mí leer este maravilloso documento junto con ustedes y compartir algunas de las ideas del Papa acerca de los desafíos y las alegrías que tienen los matrimonios y la vida familiar hoy en día. Espero que lean (o vuelvan a leer) “La alegría del amor,” que habla sobre la profunda espiritualidad del matrimonio y de la vida familiar en la actualidad, pero de una forma muy práctica y ajustada a la realidad.
¿Qué significa hablar sobre la espiritualidad del matrimonio y de la familia? Para responder esta pregunta tenemos que comenzar por definir la espiritualidad.
Una definición sencilla de la espiritualidad podría ser que es la forma en que las personas y las comunidades emplean los dones del Espíritu Santo para seguir a Cristo y vivir el Evangelio. Por supuesto, tomando como referencia las vidas de los santos, que son bastante variopintas, sabemos que existen muchas formas de vivir el Evangelio.
Por ejemplo, Santa Teresa de Calcuta vivió el Evangelio de una forma distinta a Santa Teresa de Ávila. La una siguió a Cristo en las calles, atendiendo a los más pobres entre los pobres; en tanto que la otra siguió a Cristo tras los muros del claustro de su monasterio carmelita. Pero ambas eran “activas” y “contemplativas”; ambas rezaban fervientemente, amaban la eucaristía y transmitían a través de sus palabras y su ejemplo el significado de ser discípulas misioneras plenamente entregadas a aprovechar los dones del Espíritu Santo para alabar a Dios y servir a Su pueblo.
En el último capítulo de “La alegría del amor,” el papa Francisco nos dice que el matrimonio y la vida familiar poseen una espiritualidad característica. Esto no significa que cada pareja de casados o familia viva el Evangelio de la misma forma. Sabemos por experiencia que en lo que respecta al matrimonio y a la vida familiar existe una gran diversidad, especialmente hoy en día.
Pero el Papa nos dice que las parejas y las familias que verdaderamente buscan a Dios deben observar los mismos principios fundamentales que rigieron las vidas de todos los santos. Estos son: la oración, la devoción a la eucaristía, cuidar del otro, la capacidad de despojarse del egoísmo, los celos mezquinos y el deseo de controlar nuestras vidas y las de los demás, y la capacidad de perdonar las faltas cometidas contra nosotros, basado en el agradecimiento por el amor y la misericordia de Dios.
El papa Francisco dice que “Cuando la familia acoge y sale hacia los demás, especialmente hacia los pobres y abandonados, es símbolo, testimonio y participación de la maternidad de la Iglesia” (“La alegría del amor,” #324). Al principio de “La alegría del amor” el Santo Padre hace énfasis en que la familia es una “escuela de amor.” También nos dice que la Iglesia es un “hospital en campo,” un lugar en donde aquellos que han sido heridos de cualquier forma pueden encontrar consuelo, sanación y esperanza.
En su último capítulo, el Papa extiende esta imagen a la familia como iglesia doméstica. “Los esposos cristianos son mutuamente para sí, para sus hijos y para los restantes familiares, cooperadores de la gracia y testigos de la fe. Dios los llama a engendrar y a cuidar. Por eso mismo, la familia ‘ha sido siempre el ‘hospital’ más cercano. Curémonos, contengámonos y estimulémonos unos a otros, y vivámoslo como parte de nuestra espiritualidad familiar” (#321).
El papa Francisco concluye “La alegría del amor” con una oración a la Sagrada Familia:
Jesús, María y José
en vosotros contemplamos
el esplendor del verdadero amor,
a vosotros, confiados, nos dirigimos.
Santa Familia de Nazaret,
haz también de nuestras familias
lugar de comunión y cenáculo de oración,
auténticas escuelas del Evangelio
y pequeñas iglesias domésticas.
Santa Familia de Nazaret,
que nunca más haya en las familias episodios
de violencia, de cerrazón y división;
que quien haya sido herido o escandalizado
sea pronto consolado y curado.
Santa Familia de Nazaret,
haz tomar conciencia a todos
el carácter sagrado e inviolable de la familia,
de su belleza en el proyecto de Dios.
Jesús, María y José,
escuchad, acoged nuestra súplica.
Amén.
He adoptado esta oración como propia, con especial atención e interés por todas las familias del centro y el sur de Indiana. Que la Sagrada Familia de Nazaret sea una fuente de inspiración, sanación y esperanza para todas las familias de nuestra arquidiócesis. Que encuentren en el matrimonio un vínculo sagrado, no una carga y que vivan la vida familiar no como una fuente de violencia, tensión o división, sino como una comunión de amor.
Por encima de todo, que todos los matrimonios y las familias vivan verdaderamente la alegría del amor en sus vidas cotidianas. Que siempre encuentren consuelo y esperanza en los dones del Espíritu Santo. †
Traducido por: Daniela Guanipa