Cristo, la piedra angular
Solidaridad con los inmigrantes, los refugiados y los extranjeros entre nosotros
“Las naciones más prósperas tienen el deber de acoger, en cuanto sea posible, al extranjero que busca la seguridad y los medios de vida que no puede encontrar en su país de origen. Las autoridades deben velar para que se respete el derecho natural que coloca al huésped bajo la protección de quienes lo reciben”
(Catecismo de la Iglesia Católica, #2241).
La Arquidiócesis de Indianápolis está participando en la campaña de dos años de duración, llamada “Compartiendo el viaje,” que lanzó el papa Francisco en colaboración con la organización Caritas Internationalis (la organización de auxilio internacional de la Iglesia), conjuntamente con Catholic Charities USA y Catholic Relief Services. El objetivo de esta campaña es crear conciencia sobre la grave situación de los inmigrantes, los refugiados y los solicitantes de asilo que se ven obligados a huir de su patria debido a conflictos económicos, políticos o religiosos.
“Compartiendo el viaje” procura recordarnos que los millones de personas que huyen de la guerra, de la persecución y de la pobreza, son nuestros hermanos. Se trata de hombres, mujeres, niños y adolescentes de carne y hueso, no meras abstracciones o estadísticas. Tienen rostros, nombres e historias personales. Dios conoce a cada uno de ellos por su nombre; los ama y los considera sus hijos adorados. Más aún: Dios nos exhorta a que los recibamos como invitados, no a que los rechacemos como extraños, y nos ha dicho muy claramente que “cada vez que lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, lo hicieron conmigo” (Mt 25:40).
Cuando anunció la campaña “Compartiendo el viaje,” el papa Francisco afirmó que “Cristo nos insta a recibir a nuestros hermanos con los brazos verdaderamente abiertos, listos para estrecharlos en un abrazo sincero y amoroso.”
Este es un rasgo característico del papa Francisco: emplear imágenes vívidas y físicas para destacar sus enseñanzas. En efecto, el Santo Padre nos dice que Cristo no se conforma con medias tintas. No es suficiente hacer un cheque y simplemente enviarlo por correo a una de las agencias de socorro. Además del apoyo económico, según expresa el papa, Cristo desea que mantengamos un contacto cálido y entusiasta con nuestros hermanos pobres y vulnerables.
Para la mayoría de nosotros que llevamos vidas ajetreadas, repletas de trabajo y obligaciones familiares, esto no resulta sencillo. Sin embargo, las oportunidades para involucrarnos activamente con los necesitados abundan si las buscamos.
Desde hace más de 42 años, la organización de caridad católica de Indianápolis ha dado la bienvenida y ha atendido a inmigrantes y refugiados. Y muchas parroquias de todo el centro y el sur de Indiana trabajan arduamente para proporcionar comida, albergue, ropa y acceso a atención médica de calidad para todos los necesitados, incluyendo a aquellos que abandonaron su país de origen en busca de una mejor vida. Pregúntele a su pastor o a cualquier agencia de Catholic Charities de qué forma puede usted ayudar y gustosamente lo referirán al lugar más cercano en el que acogerán de buen grado su participación.
Nuestra Iglesia extiende a todos el amor incondicional de Jesús. Recibimos a los extranjeros y nos esforzamos por lograr que todos se sientan como en casa.
Apoyamos los esfuerzos de nuestro país para resguardar las fronteras y para reglamentar los procesos que rigen el proceso de inmigración y de reubicación de los refugiados. Sin embargo, insistimos en que se protejan los derechos de las personas y las familias en todas las circunstancias, y anteponemos la defensa de la dignidad humana a la conveniencia política o práctica. Tomamos tan en serio esta responsabilidad que las enseñanzas de la Iglesia señalan que los ciudadanos tienen la obligación de atender a su conciencia y no obedecer las leyes y las normativas que sean contrarias a los derechos fundamentales de las personas o a las enseñanzas del Evangelio (véase Catecismo de la Iglesia Católica, #2242).
“Compartiendo el viaje” no es una campaña política sino una forma de promocionar la solidaridad para con los miembros de nuestra familia que tengan una necesidad especial de nuestro apoyo devoto. Sin embargo, “Compartiendo el viaje” nos recuerda que como ciudadanos tenemos la responsabilidad de promover el bien común, por el bien de nuestra nación y el de la comunidad de naciones. La paz y la prosperidad deberían estar al alcance de todos los pueblos, sin importar su raza, origen étnico o preferencia religiosa. Debemos recibir a todos, darles la bienvenida y respetar, tanto las diferencias que nos dividen, como la condición humana fundamental que nos une.
El papa Francisco nos recuerda que Jesús, María y José (la Sagrada Familia) fueron una vez refugiados que huyeron de la tiranía política y de la cruel brutalidad del rey Herodes. Fueron inmigrantes que pasaron años viviendo en suelo extranjero, una situación que comparten hoy en día millones de personas que han dejado atrás sus hogares en una búsqueda desesperada de seguridad y de una mejor vida.
Lo que hagamos al más pequeño de nuestros hermanos, se lo hacemos a Cristo. Compartamos su viaje y démosles la bienvenida, estrechándolos “en un abrazo sincero y amoroso.” †