Cristo, la piedra angular
Reflexiones sobre el significado del trabajo en el Día del Trabajador
“Cada trabajador posee una dignidad fundamental porque él o ella está hecho a imagen y semejanza de Dios. Los trabajadores son, junto con Dios, cocreadores en la construcción de la comunidad humana; no son bienes desechables.”
(Obispos de Indiana, “Pobreza en la Encrucijada: la respuesta de la Iglesia ante la pobreza en Indiana,” marzo de 2015).
Hoy comienza el fin de semana del Día del Trabajador. Para quienes tienen un empleo, se trata de una oportunidad para descansar, relajarse y disfrutar de una breve pausa de las labores de la vida cotidiana. Para otros, en cambio, este fin de semana quizá sea un amargo recordatorio de lo difícil que puede llegar a ser encontrar y conservar un buen trabajo.
En nuestra carta pastoral de marzo de 2015, titulada “Pobreza en la Encrucijada: la respuesta de la Iglesia ante la pobreza en Indiana,” los obispos de Indiana reflexionamos seriamente sobre la relación entre la pobreza y el empleo. Las estadísticas sugieren que desde 2015 ha habido una mejora significativa en las oportunidades de empleo aquí en Indiana y en todo el país, pero es importante tener en cuenta a aquellos que todavía enfrentan dificultades, especialmente a los denominados “trabajadores pobres.” A continuación presento unas citas de esta carta pastoral sobre la pobreza en Indiana:
• “La economía debe estar en función de los pueblos, no al contrario” es la paráfrasis sucinta de la declaración fundamental que realizó San Juan Pablo II en su 1981 encíclica titulada “Laborem Exercens”: “ante todo, el trabajo está ‘en función del hombre’ y no el hombre ‘en función del trabajo’ ” (#6.6). El trabajo es más que una simple forma de ganarse la vida; es la participación continua en la creación de Dios. Si se ha de proteger la dignidad del trabajo, entonces también deben respetarse los derechos básicos de los trabajadores, entre los que se encuentran el derecho al trabajo productivo, a un salario decente y justo, a organizarse, a la propiedad privada y a la iniciativa económica».
• Para San Juan Pablo II, esta poderosa afirmación de que “el trabajo está en función del hombre y no el hombre en función del trabajo,” es el principio rector del éxito o del fracaso de todos los sistemas económicos. La persona humana es lo más importante, no la teoría económica ni las estructuras sociales. La persona humana, el trabajador, no es un medio para lograr un fin, sino el principal beneficiario de su propia labor.
• Indiana es hogar de miles de personas denominadas “trabajadores pobres.” Estos son hombres y mujeres que poseen empleo pero cuyo ingreso no les alcanza para mantenerse o para cubrir las necesidades básicas de la vida, como por ejemplo alimento, vivienda, atención médica, transporte y cuidado infantil. Para estas familias, el trabajo a tiempo completo durante todo el año por sí mismo no es suficiente para salir de la pobreza.”
• “El salario justo se convierte en todo caso en la verificación concreta de la justicia de todo el sistema socioeconómico” (“Laborem Exercens,” #19). ¿Por qué? Porque el trabajador es verdaderamente digno de su salario (cf Luc 10:7), y porque una sociedad que se preocupa por los más necesitados de sus ciudadanos, inclusive los desempleados, los infrautilizados y los que no gozan de seguro médico, es una sociedad que florecerá a la vista de Dios, así como en su bienestar material y espiritual.”
• Para abordar los grandes desafíos que enfrenta actualmente la economía en el estado de Indiana, debemos examinar cuidadosamente el efecto que surten las políticas, la legislación y las normas gubernamentales sobre la gente real, los hombres y las mujeres que luchan para ganarse la vida, mantener a sus familias y llegar a fin de mes. No podemos reparar la economía mediante la aplicación de teorías de empleo abstractas que nada tienen que ver con aquellos cuyas vidas están en juego. Tal como lo expresa San Juan Pablo II, no podemos simplemente tomar en cuenta las necesidades materiales (alimento, vivienda, vestido, atención de salud, etc.), sin menoscabo de la importancia que tienen para las personas, las familias y las comunidades. También debemos fomentar el trabajo espiritual, que reconoce su profunda influencia sobre la vida intelectual, social, cultural y religiosa de las personas, las familias y las comunidades.”
• La Iglesia no propone programas detallados dirigidos a crear plazas de trabajo o promover el desarrollo económico. Sin embargo, la Iglesia recuerda a los líderes gubernamentales, empresariales y de la comunidad que la única medida verdaderamente efectiva de que una política económica y su aplicación práctica son realmente sólidas, es hasta qué punto las personas en la vida real crecen y prosperan individualmente y como trabajadores.
• Además de los beneficios económicos de un empleo estable, el trabajo brinda a las personas más oportunidades para enaltecer su dignidad personal. El trabajo debería ser la principal forma mediante la cual los padres proveen para sus familias y aportan para el bienestar de una comunidad sana. Los programas gubernamentales deberían existir principalmente para proporcionar una protección social adecuada para aquellas personas que se encuentren en situación de transición o que sufran enfermedades o lesiones incapacitantes.
• Por consiguiente, proponemos que el estado de Indiana dedique recursos para mejorar las oportunidades para las familias hoosier de encontrar trabajos importantes y que sean económicamente satisfactorios. Los planes para el desarrollo económico deben incluir estrategias tendientes a romper el ciclo de la pobreza multigeneracional.
¡Que Dios derrame su bendición sobre todos los residentes de Indiana y los estadounidenses en general para que tengamos un fin de semana del Día del Trabajador estupendo y seguro! †