Cristo, la piedra angular
La mayordomía debe continuar en los tiempos difíciles
“La obra de la Iglesia debe continuar, especialmente en épocas turbulentas. El Evangelio se debe proclamar en los buenos momentos y también en los malos, puesto que los mensajes de esa nación y esperanza de Cristo siempre resultan muy necesarios.” (Cardenal Joseph W. Tobin de Newark, N.J.)
La próxima semana se darán cita en Nashville, Tennessee, los representantes del Consejo Internacional para la Mayordomía Católica para su convención anual. Con toda seguridad habrá muchas conversaciones (programadas y espontáneas) acerca de los retos de recaudar fondos para los ministerios de la Iglesia en una época marcada por los escándalos públicos.
Cuando se comprende y se practica adecuadamente, la mayordomía debe trascender la política y los escándalos. En todas las épocas y temporadas estamos llamados a ser administradores responsables de los dones de Dios (materiales y espirituales) y a dar generosamente sin tomar en cuenta el costo para nosotros mismos. Pero resulta difícil mantener en perspectiva este hermoso principio espiritual, especialmente cuando se trata de tiempos difíciles en lo cultural, lo económico o lo político. Cuando nos enojamos, estamos naturalmente tentados a “votar con la billetera” para cerciorarnos de que se nos escuche.
Pero tal como le recuerda el cardenal Joseph W. Tobin de Newark, N.J., antiguo arzobispo de Indianápolis, a la gente de su arquidiócesis, la obra del Señor debe continuar en las épocas buenas y en las malas.
Los buenos administradores no dan solamente cuando las condiciones son favorables; donan su tiempo, sus talentos y, por supuesto, su tesoro en todo momento y en todas las épocas porque se sienten agradecidos de la abundante generosidad de Dios hacia ellos.
La mayordomía cristiana involucra desinterés y representa mucho más de aquello que aportamos económicamente a la Iglesia o a otras organizaciones de caridad. La mayordomía auténtica requiere conversión, la disposición de cambiar la mente y el corazón para poder seguir a Jesús y vivir como él lo hizo.
Los administradores cristianos son generosos porque se sienten agradecidos por todas las bendiciones de Dios. Están dispuestos a compartir desinteresadamente con los demás porque saben que así es como Dios desea que vivamos.
La mayordomía es una fuente de gracia cuando nos ayuda a desarrollar un estilo de vida de compartir. Cuando respondemos a la bondad de Dios al crecer en el agradecimiento, la responsabilidad y la generosidad, somos capaces de sentir la diferencia que marca la mayordomía en nuestras vidas cotidianas. La mayordomía nos invita a reflexionar sobre lo que es más básico y fundamental en nuestras vidas y a responder desde el corazón.
Este es el pilar de la mayordomía cristiana: ser generosos, incluso con los extraños, compartir nuestros dones de tiempo, talento y tesoros es el verdadero significado de ser buenos administradores de todos los dones divinos.
Desde hace varias generaciones, la Iglesia del centro y el sur de Indiana se ha beneficiado de la generosidad de los católicos en los 39 condados que conforman nuestra arquidiócesis. Gracias a los generosos dones de tiempo, talentos y tesoros que recibimos de los parroquianos, nuestra Iglesia puede llevar adelante la obra del Señor aquí y ahora. Nuestras parroquias celebran consecuentemente la misa y los demás sacramentos.
Dese una vuelta por su Iglesia parroquial este domingo; todo lo que verá allí proviene de la generosidad acumulada de los parroquianos desde hace muchas generaciones. Observe con detenimiento cómo transmite la Iglesia la fe a las futuras generaciones a través de nuestras escuelas católicas y programas de educación religiosa en las parroquias. No todas las diócesis tienen la bendición de contar con los tipos de programas de educación que tenemos aquí y todo esto proviene de la generosidad de los parroquianos, los padres y los amigos de la Iglesia.
Y aquí, en el centro y el sur de Indiana, atendemos a los pobres y a los necesitados, ayudamos a las personas y a las familias que enfrentan dificultades económicas y también nos acercamos a los pobres y marginados de Indiana y de otras partes del mundo. Esto es lo que Cristo nos pide que hagamos como sus discípulos, pero solamente es posible gracias a la buena mayordomía de muchas personas.
Gracias por su generosidad. Reflexione acerca de las bendiciones de Dios en su vida y las oportunidades que tiene de ser generoso para compartir los dones de Dios con los demás. La mayordomía nos ayuda a reconocer que tanto las experiencias ordinarias de la vida cotidiana y los momentos más profundos de nuestra vida y de la muerte son dones de Dios por los cuales debemos regocijarnos y que debemos compartir con el prójimo.
Puesto que Dios jamás deja de dar, nuestras oportunidades para responder desde el corazón son verdaderamente ilimitadas. Es por ello que creemos que la mayordomía es una forma de vida, y una fuente vital de gracia y profundización de la espiritualidad.
Que Dios derrame abundantes bendiciones sobre los sacerdotes, los diáconos, los hombres y mujeres religiosos y los líderes seglares que se reunirán la semana que viene en Nashville para promover la espiritualidad de la mayordomía. Que la intercesión de nuestra Santísima Virgen María los ayude—a ellos y a nosotros—a ser administradores agradecidos y generosos de todos los dones de Dios, en las épocas buenas y en las difíciles también.
Y que los dones que hemos recibido a través del Hijo Divino de María se compartan libremente con los demás para poder continuar ininterrumpidamente con la obra de Cristo aquí en nuestra arquidiócesis y en todo el mundo. †