Cristo, la piedra angular
La vida de san Pedro Claver nos llama a tratar a todas las personas con dignidad
“Oh Dios, que hiciste de san Pedro Claver un esclavo de los esclavos y lo fortaleciste con maravillosa caridad y paciencia al acudir en su ayuda, concede, por su intercesión, que, buscando a Jesucristo, amemos al prójimo con obras y en la verdad” (Colecta para el memorial de san Pedro Claver).
Hoy es el memorial de san Pedro Claver. Nuestra Iglesia honra la memoria de este santo hombre por su extraordinario amor a Dios y al prójimo, especialmente a los más de 500,000 esclavos africanos que se beneficiaron de su atención pastoral en la Colombia del siglo XVI.
La esclavitud es un mal grave que es tan antiguo como la historia misma. La suposición de que un ser humano puede ser «propiedad» de otro ser humano—ya sea por una supuesta inferioridad natural o por pertenecer a una raza o cultura que se percibe como de menor importancia y valor que la sociedad dominante—es pecaminosa. La esclavitud es el resultado inevitable de actitudes racistas que no reconocen la dignidad fundamental y los derechos humanos de todas las personas.
En la época de san Pedro Claver, la esclavitud era una práctica común que, aunque había sido condenada por la Iglesia, los supuestos beneficios económicos hicieron que muchos dirigentes cívicos, empresariales e incluso religiosos se hicieran la vista gorda, cometiendo así el “pecado de la indiferencia.”
Se calcula que cada año llegaban a Colombia más de 10,000 esclavos. El joven misionero jesuita, Pedro Claver, intentó saludar a cada uno personalmente, ofrecerle alimentos y medicinas, y abogar ante las autoridades locales y los propietarios de esclavos por un trato más humano.
Tras 40 años de ministerio entre los esclavos africanos, Pedro sucumbió a una grave enfermedad. Según relatos contemporáneos, en los últimos años de su vida estaba demasiado enfermo para salir de su habitación. Permaneció durante cuatro años, en gran parte olvidado y descuidado, maltratado físicamente y hambriento por un supuesto cuidador que había sido contratado para atenderlo, pero nunca se quejó de su trato.
Fiel hijo de María, Pedro murió el 8 de septiembre de 1654, día de la Natividad de la Santísima Virgen María, y en 1688 fue canonizado por el Papa León XIII quien dijo, “Ninguna vida, excepto la de Cristo, me ha conmovido tan profundamente como la de Pedro Claver.”
Quisiéramos pensar que, al menos en nuestro país, la esclavitud es cosa del pasado, pero nada más lejos de la realidad. La esclavitud existe aquí, y en muchos lugares del mundo, en un grado alarmante, incluso en forma de tráfico sexual. Hace apenas dos años, los obispos de Estados Unidos emitieron la siguiente declaración:
Es difícil imaginar que, en el siglo XXI, se pueda explotar y obligar a otros seres humanos a trabajar en la industria del sexo y otras industrias. Como obispos católicos, nos comprometemos a utilizar los recursos de la Iglesia para poner fin a esta aflicción. También nos comprometemos a utilizar nuestra autoridad docente para educar a los católicos y a otros sobre la trata de personas.
Se trata de un crimen horrendo que atenta contra la dignidad y los derechos básicos de la persona humana. Hay que hacer todo lo posible por erradicarla. Al final, debemos trabajar juntos (Iglesia, Estado y comunidad) para eliminar las causas profundas y los mercados que permiten a los traficantes prosperar; para resarcir los daños causados a los sobrevivientes de este delito; y para garantizar que, algún día la trata de personas desaparezca de la faz de la Tierra.
Si san Pedro Claver estuviera hoy aquí con nosotros, se dedicaría a atender a las víctimas de esta práctica inhumana y gravemente pecaminosa y abogaría con vehemencia por una mejor aplicación de las leyes que prohíben la esclavitud moderna.
Hoy, san Pedro Claver es venerado por los católicos de todo el mundo y muchas parroquias y escuelas llevan el nombre de este gran santo, al igual que muchas organizaciones, misiones, congregaciones religiosas, y hospitales.
Por ejemplo, los Caballeros de Pedro Claver son la mayor organización fraternal católica afroamericana de Estados Unidos. Además, la misión de san Pedro Claver continúa hoy entre los capellanes de los puertos y los que visitan los barcos en nombre de la Iglesia.
Asimismo, las Hermanas Misioneras de San Pedro Claver son una congregación religiosa de mujeres dedicadas a atender las necesidades espirituales y sociales de los pobres en todo el mundo, especialmente en África.
Oremos para que la inspiración y el ejemplo de este hombre santo nos desafíen a todos a pasar de posiciones de cómoda indiferencia a la oración, la defensa y la acción directa para “eliminar las causas profundas” y trabajar para garantizar que la esclavitud en todas sus formas “desaparezca de la faz de la Tierra.”
San Pedro Claver, esclavo de los esclavos, ruega por nosotros. †