Cristo, la piedra angular
Cristo se revela tanto en el que da como en el que recibe el amor de Dios
“Que san Martín nos ayude a comprender que solo mediante un compromiso común de compartir es posible responder al gran desafío de nuestros tiempos: construir un mundo de paz y justicia donde cada persona pueda vivir con dignidad.” (Papa Benedicto XVI)
El viernes 11 de noviembre se conmemora a san Martín de Tours, una de las figuras más importantes de la evangelización de Europa. Nacido en la actual Hungría, Martín creció en Italia y, tras el servicio militar, se instaló en Francia.
Cuando aún era soldado, se encontró con un pobre mendigo envuelto en harapos que temblaba de frío. En lugar de pasar de largo, Martín se quitó la capa, la rasgó en dos con su espada y le dio una mitad al mendigo. Esa noche, el Señor se le apareció a Martín en un sueño vistiendo la mitad de la capa que le dio al mendigo.
Esta poderosa historia de generosidad cautivó la imaginación de los pueblos de la Europa del siglo IV y se convirtió en un símbolo del verdadero significado de la caridad cristiana. Incluso en épocas posteriores de la historia y la cultura europeas el significado del relato de san Martín continuó reverberando, tal como se aprecia en las pinturas de El Greco (1578)
y Van Dyck (1618) que representan esta famosa escena.
Martín dejó el servicio militar convencido de que Cristo le exigía paz, no violencia, y se hizo monje y ermitaño, quien a la postre fundaría la abadía de Ligugé, el monasterio más antiguo de Europa. Su santidad, celo pastoral y habilidad administrativa fueron reconocidos por el pueblo cristiano de la ciudad francesa de Tours, que aclamó a Martín como su obispo.
Tras aceptar a regañadientes esta llamada al ministerio episcopal, se dedicó a la evangelización, al servicio generoso de su pueblo y a la formación del clero.
Durante su discurso del Ángelus en el día de esta festividad en 2007, el papa emérito Benedicto XVI dijo que, aunque se atribuyen muchos milagros a san Martín de Tours en toda Europa, se le conoce principalmente por el acto de caridad que realizó cuando era un joven soldado.
Según afirma el Santo Padre: “El gesto caritativo de san Martín emana de la misma lógica que impulsó a Jesús a multiplicar los panes para la multitud hambrienta, pero sobre todo a entregarse a sí mismo como alimento para la humanidad en la Eucaristía, signo supremo del amor de Dios, sacramentum caritatis.”
Alimentar al hambriento, vestir al desnudo, acoger a los sin techo son signos del amor de Dios. Como tales, son acciones que simbolizan la entrega de Cristo a nosotros en la santa Eucaristía. Y estas acciones no son apenas símbolos, son expresiones concretas de la obra de Dios en el mundo.
Sí, vemos a Cristo en el mendigo que recibió la mitad de la capa de Martín, pero también en el rostro del joven soldado que se detuvo para compartir lo que tenía con un pobre hombre que temblaba de frío. Todos somos una sola persona en Jesucristo nuestro Señor. Cuando damos generosamente, personificamos a Cristo; cuando recibimos humildemente el don del amor de Dios, somos también Cristo revelado en el rostro de toda la humanidad.
Nuestra Arquidiócesis y las diócesis de todo Estados Unidos se están preparando para lo que, con el favor de Dios, será una gran renovación de la devoción a la santa Eucaristía en nuestro tiempo.
El Renacimiento Eucarístico Nacional que se llevará a cabo entre 2022 y 2025 es una iniciativa de tres años patrocinada por los obispos de los Estados Unidos para inspirar y preparar al pueblo de Dios para que se forme, sane, se convierta, se unifique y se despliegue en un mundo herido y hambriento a través de un encuentro renovado con Jesús en la Eucaristía, el origen y la cumbre de nuestra fe católica.
El Renacimiento comenzó oficialmente en junio, y su evento más importante será un Congreso Eucarístico Nacional en Indianápolis del 17 al 21 de julio de 2024. El Renacimiento y el Congreso Eucarístico Nacional son una respuesta directa al llamado del Papa Francisco a una “conversión pastoral y misionera, que no puede dejar las cosas como están” para que la Iglesia en los Estados Unidos pueda estar “en estado permanente de misión” (“Evangelii Gaudium,” #25).
Mientras nos comprometemos en este renacimiento eucarístico, y nos preparamos para el Congreso, hay mucho que podemos aprender del testimonio de san Martín de Tours, que vio el rostro de Cristo en un mendigo sin hogar, y que le respondió al compartirle su capa sin vacilar.
Se está llevando a cabo una enorme labor para preparar el Congreso Eucarístico Nacional que tenemos el privilegio de acoger en menos de dos años. Les pido que me acompañen a elevar esta oración: San Martín de Tours, ora por nosotros. Ayúdanos a ver a Cristo en todos nuestros hermanos y hermanas. Y enséñanos a ser Cristo para quienes más necesitan nuestra ayuda. †