Cristo, la piedra angular
¡Estemos vigilantes! Preparémonos para la nueva venida del Señor en este Adviento
“Piensen que si el amo de la casa supiera a qué hora va a llegar el ladrón, vigilaría para impedir que le perforen la casa. Así pues, estén también ustedes preparados, porque cuando menos lo piensen, vendrá el Hijo del hombre” (Mt 24:43-44).
Ayer celebramos la gran fiesta estadounidense del Día de Acción de Gracias. Una vez al año, hacemos una pausa y damos gracias por todas las bendiciones que recibimos como individuos, familias y como país. Reconocemos los muchos defectos y carencias de nuestro país, pero rezamos para que Dios nos siga bendiciendo y nos dé la gracia que necesitamos para alcanzar la verdadera paz con justicia e igualdad para todos, así como la dignidad y el respeto que se debe a toda persona que busca una vida mejor para su familia aquí en nuestro querido país.
Ahora nos centramos en el regreso prometido de nuestro Señor Jesucristo.
Esta época del año en la Iglesia se denomina “Adviento” porque es un tiempo de anticipación y preparación para la vuelta del Señor.
Una de las grandes paradojas de nuestra fe es el “tanto y el como” que se celebra en este período santo. Los cristianos creemos que Jesús está tanto presente como a punto de venir. Está con nosotros ahora mediante su Palabra, en los sacramentos (especialmente en la Sagrada Eucaristía) y en los encuentros que tenemos con los hermanos en la caridad y el servicio. Pero también anhelamos el regreso del Señor en gloria, y aunque no sabemos el día ni la hora, pedimos fervientemente la gracia de estar preparados cuando venga al final de los tiempos.
El Adviento celebra este “tanto y como” de la presencia de Jesús entre nosotros y su ansiado regreso. Nos recuerda cómo el pueblo de Israel anhelaba la llegada del Mesías, y proclama con audacia las palabras de los profetas que predicen los magníficos cambios que tendrán lugar una vez que el Señor establezca su reino definitivamente.
Tal como oímos proclamar a Isaías en la primera lectura del primer domingo de Adviento:
Cuando pase mucho tiempo, quedará afianzado el monte de la casa del Señor: el primero entre los montes, descollando entre las colinas. A él confluirán todas las naciones, acudirán cantidad de pueblos, que dirán: “Vengan, subamos al monte del Señor, a la casa del Dios de Jacob; él nos indicará sus caminos, nosotros iremos por sus sendas.” Y es que saldrá de Sión la ley; de Jerusalén la palabra del Señor. Juzgará entre nación y nación, arbitrará a pueblos numerosos. Convertirán sus espadas en arados, harán hoces con sus lanzas. No se amenazarán las naciones con la espada, ni se adiestrarán más para la guerra. ¡Vengan, pueblo de Jacob, caminemos a la luz del Señor!” (Is 2:2-5)
La paz que anhelamos—en Ucrania, en otras zonas del mundo asoladas por la guerra y aquí mismo, en nuestras propias comunidades—nos la prometieron todos los profetas, de Isaías a san Juan Bautista. Pero viene con una advertencia: debemos permanecer vigilantes y estar preparados.
Como no sabemos cuándo volverá Jesús, la preparación para su regreso requiere una vigilancia constante. No podemos permitirnos caer en el sueño de la indiferencia ni preocuparnos de nuestra propia comodidad y esparcimiento. Peor aún, no debemos atrevemos a permitir que nuestras diferencias nos dividan en facciones beligerantes, o nos distraeremos con nuestras disputas y desacuerdos y no prepararemos nuestros corazones para Aquel que viene como Príncipe de la Paz.
La lectura del Evangelio del tercer domingo de Adviento deja esto muy en claro:
Estén, pues, vigilantes ya que no saben en qué día vendrá el Señor. Piensen que si el amo de la casa supiera a qué hora va a llegar el ladrón, vigilaría para impedir que le perforen la casa. Así pues, estén también ustedes preparados, porque cuando menos lo piensen, vendrá el Hijo del hombre. (Mt 24:42-44)
El tiempo de Adviento nos ayuda a mantenernos vigilantes y preparados. Nos proporciona lecturas de las Escrituras llenas de anticipación y esperanza; nos deleita con música y símbolos que nos recuerdan vívidamente lo que esperamos durante este tiempo santo; y actúa como un llamado de alerta a mantenernos vigilantes cuando nos adormecemos o no estamos atentos a las voces de los profetas que anuncian la venida del Señor.
¡Que tengan un Adviento bendecido y lleno de esperanza para todos! †