Cristo, la piedra angular
Comencemos con entusiasmo el año parroquial del Renacimiento Eucarístico
“Yo soy el pan vivo que descendió del cielo. Si alguno come de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo daré es mi carne, la cual daré por la vida del mundo” (Jn 6:51).
Este domingo 11 de junio celebramos la Solemnidad del Santísimo Cuerpo y la Sangre de Cristo (Corpus Christi).
Esta festividad es un momento importante en el calendario litúrgico de la Iglesia porque llama nuestra atención sobre uno de los misterios más sagrados de nuestra fe católica: la presencia real de Nuestro Señor en el Santísimo Sacramento. Creemos que Jesucristo, que vivió, murió y resucitó hace 2,000 años, está realmente presente—en cuerpo y sangre, alma y divinidad—en el pan y el vino que recibimos cada vez que comulgamos, lo que denominamos la “presencia real” del Señor porque es mucho más que un recuerdo simbólico. Es algo real, la persona de Jesucristo, que está verdaderamente presente en el pan y el vino sagrados que se transforman mediante la oración de un sacerdote que invoca el poder del Espíritu Santo durante la misa. Cristo está presente siempre que se celebra la misa, y se entrega a nosotros de la manera más íntima imaginable cada vez que lo recibimos en la Eucaristía.
Corpus Christi celebra este gran misterio y nos brinda la oportunidad de compartir con los demás esta verdad incomparable de nuestra fe. La tradicional procesión del Corpus Christi, que lleva la hostia sagrada expuesta por las calles de la ciudad o por el campo y culmina con un tiempo de adoración eucarística, es una excelente forma de difundir la buena noticia de que Cristo está con nosotros aquí, ahora y siempre.
El año pasado, el día del Corpus Christi, inauguramos la fase diocesana del Renacimiento Eucarístico Nacional, de tres años de duración, patrocinado por los obispos católicos de Estados Unidos. El año comenzó con un evento especial el 19 de junio de 2022, con dos misas en la catedral de San Pedro y San Pablo, un festival de fe, familia y servicio, y una procesión eucarística por el centro de Indianápolis, que culminó con una hora santa en la iglesia de San Juan Evangelista.
Este año, la solemnidad del Santísimo Cuerpo y Sangre del Señor inaugurará la fase parroquial del Renacimiento Eucarístico Nacional. Según el obispo Andrew H. Cozzens, presidente del Comité de Evangelización y Catequesis de la Conferencia Episcopal de Estados Unidos, “este año promete ser la fase de mayor impacto de esta respuesta plurianual al llamado del Espíritu Santo. Para que el Renacimiento Eucarístico tenga éxito, las parroquias deben desempeñar una función esencial a la hora de proclamar decididamente el Evangelio. Tal como expresa el papa Francisco, debemos comprender que «la parroquia no es una estructura caduca; precisamente porque tiene una gran plasticidad, puede tomar formas muy diversas que requieren la docilidad y la creatividad misionera del Pastor y de la comunidad” (“Evangelii Gaudium,” #28).
Los recursos para la participación de las parroquias en esta fase del Renacimiento Eucarístico Nacional están disponibles en eucharisticrevivalindy.org, y se ha animado encarecidamente a todas las parroquias del centro y sur de Indiana a participar de todas las formas posibles dadas sus circunstancias. Confiamos en que las parroquias de nuestra Arquidiócesis, que han demostrado ser muy dinámicas e ingeniosas frente a muchos desafíos, como la pandemia, las crisis económicas y el malestar social generalizado, estarán a la altura de las circunstancias y contribuirán a que el Renacimiento Eucarístico Nacional sea un gran éxito aquí, en el centro y el sur de Indiana.
Reavivar la participación reverente y entusiasta de la comunidad católica en la eucaristía dominical y en la devoción al Santísimo Sacramento es una prioridad absoluta para la Iglesia en Estados Unidos. Nos comprometemos a dar una respuesta positiva y llena de esperanza a las estadísticas negativas que se han difundido ampliamente sobre la asistencia a misa y sobre la incapacidad de muchos católicos para comprender la doctrina de la Iglesia sobre la presencia real de Cristo en la Eucaristía.
Ruego por que todos podamos unirnos y participar activamente en este momento especial de la vida de nuestra Iglesia. Comencemos con gran entusiasmo el año parroquial del Renacimiento Eucarístico en este Corpus Christi y elevemos juntos la plegaria del papa Francisco:
“Porque al calor de su presencia, nuestras vidas cambian. Sin él, todo sería verdaderamente gris. Adorando el Cuerpo y la Sangre de Cristo, pidámosle de corazón: Señor, dame el pan de cada día para seguir adelante, Señor, sáciame con tu presencia.”
Cristo nos lo da todo—su cuerpo y su sangre, su alma y su divinidad—cada vez que lo recibimos en la sagrada comunión; lo que nos pide a cambio es que seamos verdaderos discípulos misioneros que ministren a los demás a través de la experiencia vivida de la eucaristía.
Que la Eucaristía nos dé la fuerza para servir a los demás como Cristo se ha sacrificado por nosotros. †