El rostro de la misericordia / Daniel Conway
Tomos somos corresponsables de los regalos que Dios nos ha dado
“Conscientes de formar un solo corazón y una sola alma, ponían todos sus bienes en común, testimoniando la gracia abundante de Cristo sobre ellos” (papa Francisco, audiencia general, 26 de agosto de 2020).
El papa Francisco habla a menudo de “corresponsabilidad,” pero no siempre usa esta palabra. En su lugar, utiliza varios medios para llamar nuestra atención sobre el simple pero importante hecho de que no somos dueños de nuestras posesiones materiales y espirituales, sino que somos guardianes, cuidadores, administradores, custodios y, sí, corresponsables de todos los dones que nos fueron dados por un Dios generoso y amoroso.
En este contexto, es más fácil entender las declaraciones algo contundentes, incluso duras, que hace el Santo Padre sobre los que acaparan su riqueza en lugar de compartirla con los necesitados.
“Unos pocos muy ricos poseen más que todo el resto de la humanidad,” señaló el papa durante su audiencia general el 26 de agosto. Luego, en caso de que alguien se distrajera y no lo hubiera escuchado, el papa continuó diciendo: “Repito esto porque nos hará pensar: pocos muy ricos, un grupito, poseen más que todo el resto de la humanidad. ¡Es una injusticia que clama al cielo!”
Según el papa Francisco, el desequilibrio e inequidad de la posesión de la riqueza por parte de unos pocos sobre los muchos tiene graves implicaciones para el medio ambiente. “No [se] cuida de la casa común. Estamos cerca de superar muchos de los límites de nuestro maravilloso planeta, con consecuencias graves e irreversibles: de la pérdida de biodiversidad y del cambio climático hasta el aumento del nivel de los mares y a la destrucción de los bosques tropicales. La desigualdad social y el degrado ambiental van de la mano y tienen la misma raíz.”
El papa Francisco denomina esto “el pecado de querer poseer, de querer dominar a los hermanos y las hermanas, de querer poseer y dominar la naturaleza y al mismo Dios.” Pero argumenta que “este no es el diseño de la creación.” De hecho, es lo contrario de lo que entendemos como la espiritualidad práctica de los principios de la corresponsabilidad bíblica.
Cuando reconocemos que somos corresponsables, no dueños, nuestra perspectiva cambia de “controlar” a “cuidar.” El papa Francisco recuerda la enseñanza del Concilio Vaticano II que nos insta a considerar todas nuestras posesiones no solamente como propias, sino también como comunes en el sentido de que deben beneficiar a otros además de nosotros.
Con esto en mente, cita el conocido pasaje de los Hechos de los Apóstoles: “Todos los que habían creído estaban juntos y tenían todas las cosas en común; vendían todas sus propiedades y sus bienes y los compartían con todos, según la necesidad de cada uno” (Hc 2:44-45).
Esto no es un argumento contra la propiedad privada o la acumulación de riqueza, sino para cuidar y compartir todos los regalos de Dios, y que se basa firmemente en la enseñanza de Jesús, ya que se encuentra en las Sagradas Escrituras y se explica plenamente en la enseñanza social católica. No somos dueños, sino cuidadores, de toda la creación de Dios.
Citando el Libro del Génesis (Gen 1:28 y Gen 2:15), el papa Francisco nos recuerda que “Dios nos ha pedido dominar la tierra en su nombre, cultivándola y cuidándola como un jardín, el jardín de todos. Mientras ‘labrar’ significa cultivar, arar o trabajar [...], ‘cuidar’ significa proteger, custodiar, preservar.”
La Tierra, nuestra casa común, estaba aquí antes que nosotros, dice el papa, y se nos ha dado para cuidarla y compartirla con todos. “Pero cuidado con no interpretar esto como carta blanca para hacer de la tierra lo que uno quiere. No, existe ‘una relación de reciprocidad responsable’ entre nosotros y la naturaleza. Recibimos de la creación y damos a nuestra vez” (“Laudato Si’, sobre el cuidado de la casa común,” #67).
Según el papa Francisco, el momento de la acción, de un cambio en nuestra visión de las posesiones materiales, es ahora. “Cuando la obsesión por poseer y dominar excluye a millones de personas de los bienes primarios; cuando la desigualdad económica y tecnológica es tal que lacera el tejido social; y cuando la dependencia de un progreso material ilimitado amenaza la casa común, entonces no podemos quedarnos mirando.” Debemos recurrir a Jesús, nos dice el Santo Padre. La esperanza en él: “sostiene la voluntad de compartir, reforzando nuestra misión como discípulos de Cristo, que ha compartido todo con nosotros.”
Todos somos corresponsables de los regalos de Dios. Que tengamos el coraje de cuidar y compartir todo lo que hemos recibido de la abundancia de Dios.
(Daniel Conway es integrante del comité editorial de The Criterion.) †